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TIRO

LIBRE

 

 

 

 

 

El futbol es un gran sistema de representación del mundo.

Juan Villoro

 

Cuando Pedro Ramírez Vázquez concibió a inicios de los años 60 el edificio acristalado del Museo de Arte Moderno, estaba pensando en integrar el histórico bosque de Chapultepec al edificio, que los árboles entraran a las salas y se pusieran en diálogo con las exposiciones, el arte y los espectadores.  El diseño que incorporó las bóvedas nos hace sentir que estamos en la entraña de un luminoso planeta, una esfera donde las creaciones de la naturaleza y de los artistas son simbióticas. Esa media esfera superior es el contenedor de ese bosque que se cuela por las ventanas y del arte desplegado en las salas. Los materiales marmóreos de los pisos, escaleras y muros dan un sentido orgánico que refuerza el diseño del edificio, con sus vetas como venas grises y blancas que recorren el inmueble. La propuesta de colocar estos balones de mármol en el punto central del descanso de las escaleras es que hacen un eco formal que completa la otra mitad de la esfera que está en el centro del museo y en cada sala. Al repartir los balones macetas de Rodrigo Ímaz por el sendero escultórico, invertimos el contenedor de plantas y hacemos de la esfera truncada macetas que se reparten por el jardín y que entran por los ventanales a los espacios expositivos. 

La propuesta de los balones surge como una incitación a reciclar nuestras ideas como planeta. Ante la inmensa crisis ecológica que padece la Tierra, Rodrigo plantea el absurdo de la especulación mercantil del deporte en donde se mueven billones de dólares. Se deben invertir esos dineros en la sanación y reconstrucción del tejido biológico de nuestro hábitat. Debemos priorizar, jugar con mayor seriedad y atrevernos a reinventar las políticas y las economías pues nos encontramos en un punto de inflexión, recuperando el espíritu lúdico, comunitario y fraterno del deporte. Si todo el oxígeno que respiramos proviene de las plantas y árboles, nuestra prioridad debe ser devolver el respeto hacia los ecosistemas y la diversidad vegetal, para revertir el calentamiento global y evitar la evaporación de nuestros recursos hídricos. En el juego de pelota prehispánico las grandes culturas mesoamericanas definieron el espacio ritual donde el hombre podía intervenir en los equilibrios cósmicos para que perduraran los ciclos del sol y los ciclos agrícolas. En esta instalación Rodrigo plantea que juguemos a restaurar la naturaleza, reciclando nuestras ideas y conocimientos, pues sabemos que hemos roto y seguimos destruyendo el tejido de la esfera viva que asegura nuestra propia pervivencia como especie. 

La instalación de balones ponchados transformados en recipientes de tierra y plantas ha caminado en diversos espacios museísticos agregando significados y conceptos en cada lugar a dónde se ha instalado. Por ejemplo, la primer sede fue en el Palacio de la Autonomía de la UNAM (2022) y se inauguró en pleno Mundial de Catar. Ahí, buscó hacer una serie de cuestionamientos sobre la mercantilización desmedida del deporte cuando esos recursos económicos se requieren para enfrentar la grave crisis ecológica del orbe. Después al colocarse en el Centro Cultural España (2023) hizo énfasis en las conexiones conceptuales entre el equilibrio cósmico que planteaba sostenerse a través del juego de pelota prehispánico (pues la calle de Guatemala dónde se encuentra dicho espacio cultural era la cancha del juego de pelota del complejo ritual de Templo Mayor) y la búsqueda del retorno a los  equilibrios con la naturaleza que proponen los esféricos reciclados de Ímaz. En la instalación en el Museo de Arte de  Tlaxcala (2024) se remitió a la pelota cultural originaria de la masa de maíz antes de convertirse en la tortilla. Tlaxcala es vocablo náhuatl que quiere decir: “Donde abundan las tortillas.” 

En este caso, instalar la propuesta en el MAM también pone en valor el rescate y consolidación del Bosque de Chapultepec, como una reserva central para el Valle de México. Desde los manantiales del Bosque, a unos pasos del Museo de Arte Moderno, se surtió de agua dulce durante casi toda la historia de México Tenochtitlán por medio de distintos acueductos, la misma agua que sació la sed de gran parte de la Ciudad de México, sobre todo su zona central, hasta principios del siglo XX. Actualmente el Bosque de Chapultepec es uno de los surtidores de oxígeno más importantes de la ciudad y es esencial para que la metrópolis sea viable como utopía. En las entrañas de este bosque se superponen además muchos de los sucesos más relevantes de la historia de nuestro país y nuestra urbe: desde el primer asentamiento de los aztecas en el Valle de México hasta la resistencia contra la invasión estadounidense o francesa. 

Cada balón propone multiplicar parques, consolidar reservorios ecológicos y crear más zonas verdes, artísticas y deportivas por toda la ciudad y por todo el país. Reciclar los espacios públicos en zonas verdes y que nos apropiemos del territorio con árboles y bibliotecas y museos, donde la naturaleza creadora conviva con las creaciones del hombre para armonizar nuestras vidas, restaurando y multiplicando el juego existencial en su potencial creativo: cada balón, una cancha biodiversa poética. 

Fernando Gálvez de Aguinaga

Catálogo digital descargable de Fuera de Lugar 

Entrevista en "Vamos Tranqui" con Gina Jaramillo

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