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Fuera

DE lugar

 

 

A la vez que se celebraba el Mundial de Fútbol de 2022 en Catar, Rodrigo Ímaz lanzó esta serie de intervenciones con su instalación hecha de balones ponchados convertidos en macetas. Desde entonces en cada sitio a donde se ha presentado la instalación, ésta ha ido evolucionando en simbolismos, se ha transformado en su distribución en cada espacio para resignificarlo y ha adquirido una ampliación de sus mensajes. 

   Al inicio cuestionaba el sistema capitalista salvaje que se ha apoderado de los deportes profesionales, haciendo que estos muevan miles de millones de dólares, atrapando a los jugadores en una red oscura de intereses mientras que el planeta requiere ese dinero para rescatar los equilibrios naturales, desarrollar una relación más sustentable con la naturaleza y trabajar por el rescate de los ríos, el aire puro, la tierra fértil, la vida misma. En un principio, esta instalación se montó en el Palacio de Autonomía, en las inmediaciones de Templo Mayor, por lo que esta pieza también se vió ligada al juego de pelota prehispánico. En su segunda sede, el Centro Cultural España, se situó justamente en el área del antiguo juego de pelota de la Gran Tenochtitlan, pues precisamente las investigaciones arqueológicas han demostrado que la calle de Guatemala era la cancha del complejo ceremonial del Templo Mayor. Así pues, hemos jugado con el espejeo histórico, ya que para las grandes culturas antiguas el juego de pelota buscaba sostener los equilibrios cósmicos. La bola era una metáfora del astro solar y su movimiento y en ello empata con la instalación, pues ésta pretende concientizar para recuperar los equilibrios con la naturaleza. 

   La naturaleza que atañe a los hombres y las formas en que nos vinculamos con ella, está indiscutiblemente marcada por nuestras formas de alimentación. Gran parte de la explotación que hacemos de la naturaleza tiene que ver con nuestras maneras de desarrollar la agricultura, la ganadería, la apicultura, la pesca y las demás actividades para proveernos de alimento. Esta temática viene muy a cuento en Tlaxcala (que en náhuatl significa “lugar donde las tortillas abundan”). Cabe recordar que toda tortilla hecha a mano es una pelota de masa previa a su transformación en círculo plano y que la discusión entre una agricultura sustentable basada en la milpa y una agricultura industrializada con cultivos de maíz transgénicos, pasa hoy día por ser central en nuestra nación. Esto se debe a que la milpa es un sistema más colaborativo y de pequeña escala, que no sólo ha comprobado su eficacia sino que resulta en alimentación sana para el ser humano y representa agricultura sustentable para el entorno natural y social. En cambio, las semillas y cultivos transgénicos con sus acompañantes herbicidas, plaguicidas y abonos artificiales sólo resultan en beneficios económicos para las grandes corporaciones monopólicas; en el empobrecimiento y enfermedad de la población humana; en el deterioro de la tierra y el envenenamiento del agua y el aire. 

   La pelota está en nuestra cancha. Gritan estas esferas germinadas. Debemos actuar masivamente para que las pelotas de masa sean lo más deliciosas y sanas posibles, para recuperar el ludismo del juego y para que la pelota suprema que es nuestro planeta Tierra sea cuidado por todos y para todos.

   Al incorporar a la inauguración de la instalación las tortillas impresas, como las que se hacen en diversas tradiciones de la zona otomí, la instalación de Ímaz recupera su actividad gráfica, donde ha desarrollado gran parte de su arte. Así, al convertir el arte en alimento, las metáforas sobre lo sustentable se vuelven un círculo virtuoso. 

                                                                                                                                 Fernando Gálvez de Aguinaga

Catálogo digital descargable de Fuera de Lugar 

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